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Las Principales Agentes Contaminantes del Suelo.


LAS PRINCIPALES AGENTES CONTAMINANTES DEL SUELO


JUAN JOSE CASTILLO RODRIGUEZ
Especialista CIENCIAS AMBIENTALES
Magister DESARROLLO RURAL
 Ph.D. DESARROLLO SUSTENTABLE
AGROECOLOGIA Y SEGURIDAD ALIMENTARIA


Esta es la segunda entrega del  documento “El suelo las causas de contaminación y las posibles estrategias de remediación”, en esta parte se desarrollara la temática de la contaminación del suelo, definida como la alteración de la superficie terrestre con sustancias químicas que resultan perjudiciales para la vida en distinta medida, poniendo en peligro los ecosistemas y también la salud de todas las especies.

Esta alteración de la calidad de la tierra puede obedecer a muy diferentes causas, y del mismo modo sus consecuencias provocan serios problemas de salubridad que afectan gravemente a la flora, fauna o a la salud humana a lo largo del tiempo.



Un suelo no intervenido por la actividad antromórfica presenta una gran actividad biológica, producto de la enorme cantidad de microorganismos que los habitan, encontrándose en las bacterias, hongos, algas, protozoarios, anélidos, etc., que se cuentan por varios cientos de miles en una gramo de suelo y su población aumenta mucho más cerca de la zona radicular inmediata (rizósfera). Se estima que un metro cuadrado de suelo vivo contiene 10 millones de nematodos, 100 mil colémbolos, 45 mil anélidos y unos 40 mil insectos y ácaros; Asimismo, un gramo de suelo contiene: unas 500 mil protozoarios aproximadamente. Un gramo de suelo vivo además, puede contener más o menos 10 millones de bacterias, pudiendo encontrarse de 100 a 200 millones de bacterias en rizósfera.

La acción conjunta de los factores bióticos y abióticos en el proceso de formación del suelo contribuye a la formación de una capa superficial humosa muy apreciada por los agricultores. El humus, es el resultado de la descomposición clínica  de la materia orgánica a consecuencia de la actividad del edafón, que solubiliza y libera los nutrientes a ser absorbidos por las plantas. En condiciones tropicales, la taza de acumulación de humus en el suelo es baja, por lo que es muy importante fomentar el reciclaje “intensivo” de la materia orgánica.

Cuáles son los principales agentes que contaminan y disturban el funcionamiento de un suelo?

Uno de los tantos elementos que afectan el suelo son: los metales pesados, tradicionalmente se llama metal pesado a aquel elemento metálico que presenta una densidad superior a 5 g/cm3, aunque a efectos prácticos en estudios medioambientales se amplía esta definición a todos aquellos elementos metálicos o metaloides, de mayor o menor densidad, que aparecen comúnmente asociados a problemas de contaminación. Algunos de ellos son esenciales para los organismos en pequeñas cantidades, como el Fe, Mn, Zn, B, Co, As, V, Cu, Ni o Mo, y se vuelven nocivos cuando se presentan en concentraciones elevadas, mientras que otros no desempeñan ninguna función biológica y resultan altamente tóxicos, como el Cd, Hg o el Pb. Estos elementos tienen su origen en el substrato litológico, apareciendo bien como elementos nativos o incorporados normalmente en las estructuras de sulfuros, silicatos, carbonatos, óxidos e hidróxidos. Los aportes dominantes se producen por deposición atmosférica y afectan de forma significativa a los primeros centímetros de suelo. Son fuentes importantes de metales en suelos las cenizas y escorias de los procesos de combustión de carbón fósil o derivados del petróleo, el aporte directo procedente de actividades agrícolas (adición de fertilizantes, pesticidas, lodos de depuradoras, compost, etc.) y su acumulación a partir de residuos industriales, urbanos y mineros (metalurgia, fabricación de pinturas, barnices, disolventes, baterías, textiles, curtidos, etc.).

Al hablar de contaminación por metales hay que tener en cuenta que más importante que el contenido total de un elemento en el suelo es la forma o especie química bajo la que se encuentra, es decir, su especiación. Así, la forma resultante de dicha especiación va a influir decisivamente en su distribución en el suelo, condicionando su solubilidad, su movilidad en el suelo y las aguas superficiales y subterráneas, su biodisponibilidad y toxicidad y, por tanto, su comportamiento como contaminante potencial.

La dinámica y disponibilidad de los metales están muy influenciadas por las condiciones físico-químicas del suelo en el que se encuentran, como el pH y el potencial rédox, mientras que los constituyentes orgánicos e inorgánicos del suelo son los que en gran medida condicionan los mecanismos de retención de metales por adsorción, complejación y precipitación fundamentalmente. Además, las plantas y los microorganismos (bacterias y hongos) del suelo también pueden interaccionar con los metales mediante mecanismos de extracción, estabilización, biosorción, bioacumulación, biomineralización y biotransformación. En cualquier caso, es importante resaltar que los metales tóxicos en los suelos no pueden ser destruidos sino sólo neutralizados y que pequeñas variaciones en las condiciones del medio edáfico pueden liberar los metales anteriormente insolubilizados, por lo que es necesario realizar un seguimiento en profundidad de la distribución de estos contaminantes en el suelo, especialmente de los más tóxicos.

Lluvias ácidas Consisten en deposiciones húmedas (agua de lluvia, nieve y niebla) o secas (gases o partículas sólidas) de la atmósfera constituidas principalmente por SO2 y óxidos de nitrógeno, NOx[1] , que proceden fundamentalmente de actividades industriales, como las emisiones de centrales térmicas y las producidas por la combustión de hidrocarburos, la desnitrificación de fertilizantes añadidos en exceso a los suelos y otros procesos naturales similares que tienen lugar en zonas de manglares, marjales, arrozales, volcanes, etc. Los óxidos de azufre y nitrógeno así emitidos a la atmósfera reaccionan con el agua y el oxígeno, dando lugar a soluciones diluidas de ácido sulfúrico y nítrico que se van depositando sobre los suelos, plantas, árboles, ríos, lagos, etc. Las consecuencias de estas deposiciones se reflejan en un aumento de la acidez de los suelos y las aguas, un incremento de la movilidad de iones y metales pesados, la solubilización y movilización del Al y la materia orgánica y, en definitiva, el descenso de la capacidad de los suelos para neutralizar ácidos. En este sentido, los suelos presentarán distinta sensibilidad al impacto de las deposiciones ácidas en función de su poder de amortiguación para contrarrestar la acidez, de forma que los suelos más sensibles a las lluvias ácidas serán aquellos desarrollados en zonas frías, donde las bajas temperaturas limiten su alteración, sobre materiales poco alterables, con valores bajos de capacidad de intercambio catiónico y grado de saturación y pobres en formas de Al y Fe activas.

Salinización Es el resultado de la acumulación en el suelo de sales más solubles que el yeso (2,6 g/L en agua pura a 25°C, Porta et al., 2003). La salinización se refleja en un incremento en la conductividad eléctrica de la solución del suelo que tiene efectos adversos sobre las propiedades físicas y químicas del suelo y dificulta el crecimiento y la productividad vegetal (Tejada et al., 2006). Los suelos afectados por este proceso se denominan suelos salinos y en ellos el Ca y el Mg son los cationes predominantes en el complejo de cambio. En el caso específico de que sea el Na el catión predominante en el complejo de cambio se habla de suelos sódicos, en los que esta acumulación de Na produce una alcalinización que da lugar a la dispersión de las arcillas y la materia orgánica y a la destrucción de la estructura del suelo. Los principales tipos de sales que se encuentran en suelos salinos son cloruros, sulfatos, carbonatos y bicarbonatos, y nitratos. Para que se produzca esta acumulación de sales en el suelo es necesario que haya un fuerte aporte de sales y que su eliminación del suelo esté impedida por algún mecanismo, como malas condiciones de drenaje y lavado. En regiones áridas y semiáridas, donde la evapotranspiración es superior a la precipitación, el proceso de salinización se origina de forma natural a partir de la herencia o alteración de la roca original (fundamentalmente rocas sedimentarias) o de las aguas de escorrentía cargadas de sales que se acumulan por evaporación en las zonas más deprimidas. En otras ocasiones, las acumulaciones salinas ocurren por ascensión capilar de las sales en el suelo a partir de mantos freáticos suficientemente superficiales, especialmente en zonas costeras y, en cualquier caso, el viento siempre puede contribuir a la contaminación salina por arrastre de partículas en suspensión. El hombre también contribuye en gran medida a la contaminación de los suelos por sales a través de prácticas agrícolas inadecuadas, como el riego con aguas salinas y el empleo de cantidades muy elevadas de fertilizantes solubles, de la sobreexplotación de acuíferos, que ocasiona un descenso de los mantos freáticos regionales y la intrusión de agua salina, y de actividades industriales y mineras que contaminan directamente los suelos o indirectamente a partir de deposiciones atmosféricas o de las aguas superficiales.

Como ya se ha indicado, el exceso de sales en el suelo tiene efectos perniciosos sobre los cultivos. La concentración de sales eleva la presión osmótica del suelo y, en consecuencia, el agua menos concentrada contenida en los jugos celulares de las plantas tiende a salir hacia la solución del suelo para igualar ambas concentraciones. Como resultado, las plantas sufren estrés hídrico, se secan a pesar de que el suelo contenga agua y terminan muriendo. En otras ocasiones, las plantas realizan una adaptación osmótica que les permite seguir absorbiendo agua pero que requiere un consumo energético que se realiza a costa de un menor crecimiento. También se atribuye a que la inhibición del crecimiento está asociado a que las sales afectan la división celular y producen un engrosamiento de las paredes celulares, impidiendo el crecimiento de forma irreversible aunque se produzca el ajuste osmótico o disminuya la salinidad del suelo. En cualquier caso, el proceso de salinización aumenta la concentración de algunos iones que pueden resultar tóxicos para las plantas o que pueden provocar desequilibrios en el metabolismo de nutrientes. Además, en suelos sódicos la destrucción de la estructura puede favorecer el sellado y encostramiento del suelo y la disminución de la conductividad hidráulica.

Causas Fitosanitarias
El hombre, con objeto de “proteger”[2] los cultivos frente al efecto pernicioso de múltiples organismos vivos (insectos, hongos, nemátodos, malas hierbas, etc.) y aumentar la producción viene utilizando desde hace décadas productos fitosanitarios como plaguicidas, herbicidas, fungicidas y fertilizantes. Una vez aplicados, son absorbidos por las plantas o sufren procesos de adsorción, volatilización, lavado y degradación biótica y abiótica en el suelo que conducen a la formación de nuevos productos, en ocasiones más móviles, persistentes y más peligrosos que los compuestos de partida, que son susceptibles de contaminar los suelos, las aguas y pasar a la cadena trófica. Los fertilizantes son sustancias químicas de origen agrícola (fertilizantes inorgánicos) o ganadero (purines, estiércoles, composts, etc.) que aportan nutrientes, fundamentalmente N y P, para mejorar el desarrollo y crecimiento de las plantas en el suelo. Sin embargo, cuando son aplicados de forma abusiva con objeto de aumentar el rendimiento de las cosechas pierden su efecto beneficioso y se convierten en fuentes de contaminación. El exceso de estos nutrientes no puede ser absorbido por la vegetación y su lixiviado del suelo se forma sobre todo de nitratos, muy solubles, o a través de las aguas de escorrentía en el caso de los fosfatos da lugar a problemas de eutrofización de las aguas superficiales y subterráneas, provocando el crecimiento desmesurado de biomasa, en especial algas, y un aumento de la demanda biológica de oxígeno para descomponer y degradar la materia orgánica procedente de esa biomasa que puede terminar creando condiciones de anaerobiosis que lleven a la destrucción de ese ecosistema. Lógicamente, el aporte de nutrientes realizado por los fertilizantes es deseable en tanto en cuanto conduzca a una mejora de las cosechas y un aumento de la producción, pero para minimizar sus efectos perniciosos en los suelos es necesario tener un extenso conocimiento de las condiciones iniciales del suelo previas al aporte y de las propiedades edáficas que permitirán en mayor o menor medida amortiguar esos efectos, fundamentalmente la capacidad de cambio, la conductividad hidráulica, la capacidad de fijación, etc.

Las Explotaciones mineras
Las actividades mineras provocan generalmente grandes impactos ambientales, con destrucción de los suelos naturales y creación de nuevos suelos (Antrosoles) que presentan fuertes limitaciones físicas, químicas y biológicas que dificultan la reinstalación de vegetación. Las consecuencias negativas se reflejan fundamentalmente en una destrucción de la estructura del suelo y una modificación de sus características texturales, frecuentemente una disminución de la fracción arcilla a favor de fracciones más gruesas; una acidificación asociada a los procesos de oxidación que favorece la movilización de especies químicas tóxicas limitantes de la actividad biológica; la decapitación de los horizontes superficiales biológicamente activos, que conlleva la ruptura de los ciclos biogeoquímicos y la dificultad de enraizamiento; y una disminución de la capacidad de cambio y de la retención de agua en el suelo como consecuencia de la escasez de materia orgánica y arcilla.

Los Contaminantes orgánicos
La producción y el uso masivos de compuestos orgánicos los hace estar entre los contaminantes más frecuentes en suelos y aguas. Entre ellos podemos citar los hidrocarburos monoaromáticos, hidrocarburos policíclicos aromáticos, hidrocarburos alifáticos, hidrocarburos policlorados, fenoles, nitroaromáticos, alcoholes, éteres, disolventes clorados, isocianatos, cianuros orgánicos, carbonilos de metales, etc. La distribución y el comportamiento de los compuestos orgánicos contaminantes en suelos están gobernados por diferentes factores que incluyen las características del suelo (pH, contenido en materia orgánica y arcilla, potencial rédox, contenido en nutrientes, actividad microbiológica, etc.), las propiedades específicas de cada compuesto (presión de vapor, solubilidad, estabilidad química, biodegradabilidad, características de sorción, etc.) y factores ambientales como la temperatura y la precipitación. Así, estos compuestos pueden sufrir procesos de lavado, biodegradación, volatilización, fotodescomposición e hidrólisis, inmovilización por adsorción y formación de enlaces con partículas de arcilla, óxidos, oxihidróxidos, etc., y transferencia a organismos. Los procesos de contaminación de suelos descritos anteriormente tienen efectos locales o regionales. Sin embargo, la comunidad científica está cada vez más sensibilizada ante las consecuencias que determinados procesos generales como el calentamiento global del planeta debido al efecto invernadero pueden tener en los ciclos biogeoquímicos terrestres y el papel que los suelos pueden jugar para mitigar sus efectos perniciosos. Desde el inicio de la revolución industrial, ha habido un drástico incremento en la atmósfera de la concentración de dióxido de carbono (CO2) y otros gases (metano, óxido de nitrógeno, clorofluorocarburos) como consecuencia de la quema de combustibles fósiles para las actividades industriales y el transporte y la deforestación, que provoca la disminución de la actividad fotosintética. Este enriquecimiento artificial en la atmósfera de los llamados gases invernadero aumenta la absorción de la radiación infrarroja emitida por la superficie terrestre y da lugar a un incremento global de la temperatura. Para limitar la emisión de gases invernadero a la atmósfera se desarrolló el Protocolo de Kioto de 2005, un convenio internacional en el que se reconoció que las emisiones netas de carbono podían ser reducidas en parte a través de su acumulación en sumideros terrestres. Así, los suelos constituyen uno de los principales sumideros de carbono de la naturaleza y tiene potencial para incrementar el secuestro de CO2, principal responsable del efecto invernadero. El secuestro de carbono por el suelo implica la eliminación del CO2 atmosférico por las plantas y el almacenamiento del carbono fijado como materia orgánica del suelo. Esta estrategia persigue incrementar la densidad de carbono orgánico en el suelo, mejorar su distribución en profundidad y estabilizarlo en microagregados edáficos para protegerlo de la actividad microbiana. Aunque la 02. Y las técnicas de recuperación de suelos contaminados, para acumular carbono en el suelo depende del contenido original en materia orgánica, del clima, de las características del suelo y su manejo, se puede potenciar al tomar medidas para restaurar los suelos degradados y adoptar prácticas que protejan los suelos cultivados como la ausencia de laboreo o el uso de cubiertas vegetales.

Resumiendo; El suelo es, por principio, el sitio donde van a parar gran parte de los desechos sólidos y líquidos de cualquier actividad humana. Indiquemos no obstante, que los suelos son también el receptáculo de los deshechos no deseables de origen geológico, por ejemplo, de las aguas ácidas con metales pesados provenientes de mineralizaciones sulfuradas aflorantes.

Todo lo que no tiene una utilidad en los procesos industriales, mineros, urbanos, agrícolas, etc., se acumula en el suelo, en general sin precauciones. Con ello, las escombreras, mineras, los productos producidos en una fábrica, muchos desechos líquidos, se han venido depositando sobre los suelos sin control alguno a lo largo de siglos e incluso milenios.

Acompañado a ello, la actividad agrícola se ha venido enfrentando durante las últimas décadas a la necesidad de aumentar la producción, sobre dos bases principales: el abonado, y el control de plagas. Baste mencionar dos ejemplos: el uso intensivo de nitratos y fosfatos. En países como Reino Unido y Francia existen serios problemas de contaminación de acuíferos con compuestos nitratados.
En definitiva, las actividades industriales y mineras por un lado, y las agrícolas por otro, han dado origen al problema de que muchos productos de origen humano, o formados gracias a las actividades humanas, han ido a parar a los suelos, generando a su vez otros problemas: la contaminación de aguas subterráneas, la bajada de productividad agrícola, la contaminación de cultivos, el envenenamiento de ganado, la contaminación de la selva, afectando así de forma directa la salud humana y ambiental.

BIBLIOGRAFÍA

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Carlos Cervantes, Rafael Moreno “Contaminación ambiental por metales pesados” Instituto de Investigaciones Químico-Biológicas. Universidad Michoacana de San Nicólas Hidalgo, México, D.F. 1999. 11. R.S.

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IHOBE  Manual de minimización de residuos y emisiones industriales.1 y 2 y 3 .Plan de Vitoria : Gobierno Vasco (Eusko Jaularitza), 1992 INSTITUTO TECNOLOGICO GEOMINERO DE ESPAÑA. Contaminación y depuración de suelo. Madrid : Instituto Geológico Minero de España, 1995 

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Ramon Sans Fonfría, Joan de Pablo Ribas. “Ingeniería Ambiental Contaminación y Tratamientos”, Ed. Alfaomega, Barcelona, España., 1999.






[1] Los óxidos de nitrógeno son un grupo de gases compuestos por óxido nítrico (NO) y dióxido de nitrógeno (NO2). El término NOX se refiere a la combinación de ambas sustancias. El dióxido de nitrógeno es el principal contaminante de los óxidos de nitrógeno, y se forma como subproducto en todas las combustiones llevadas a cabo a altas temperaturas. Se trata de una sustancia de color amarillento, que se forma en los procesos de combustión en los vehículos motorizados y las plantas eléctricas. Es un gas tóxico, irritante y precursor de la formación de partículas de nitrato, que conllevan la producción de ácidos y elevados niveles de PM2.5 en el ambiente.
[2] La Trofobiosis describe la asociación simbiótica entre organismos allá donde se encuentra el alimento. También explica el resurgir de plagas en cultivos a los que se han aplicado biocidas, causando una mayor dependencia de ellos. Los insectos son muy eficaces al formar sus proteínas propias, con el uso de aminoácidos. Sin embargo, no pueden nutrirse de las proteínas, sino que lo harán de esos aminoácidos. Recordemos que una plantación es nutritiva para los insectos cuando tiene un equilibrio en su metabolismo, y también cuando aporta una buena cantidad de nutrientes solubles. El metabolismo de los cultivos se altera mediante el uso de pesticidas, fertilizantes artificiales, fungicidas y herbicidas Cuando los insectos detectan una abundancia de aminoácidos y azúcares, incrementan su fertilidad, producción de huevos y longevidad, acortando sus ciclos de reproducción.


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